Una receta que algunos atribuyen al Rey Luis XV aunque en realidad es mucho más antigua y sus orígenes pueden rastrearse hasta la mismísima edad media. La famosa sopa de cebollas, un plata de lo más francés que existe y que además según dicen tiene propiedades anti resaca.
Cebollas, caldo, queso y un trozo de pan por encima. La sopa de cebollas es un platillo que puede parecer simple, sin embargo su elaboración requiere de la mano maestra de un verdadero chef franchute.
Este platillo se popularizó en los pequeños puestos del más antiguo mercado de abasto de París, el extinto mercado de Les Halles. En esas épocas se puso de moda tomar algo caliente y el mercado junto a sus bares y tabernas eran los pocos sitios abiertos hasta altas horas de la madrugada en la ciudad. La sopa de cebolla pasó de ser la sopa que tomaban los trabajadores del mercado a ser también un tentempié para noctámbulos.
En la segunda mitad del siglo XX las Halles fueron derribadas, pero la tradición no sólo se mantuvo en ese barrio parisino sino que se extendió y se incorporó en las costumbres de los franceses de todo el país.
Quizás sea allí donde esta sencilla pero sabrosa sopa ganó su reputación de ser un platillo antiresaca, ideal para tomar al término (o en la mitad) de una noche de borracheras al salir de los famosos los cabarets de París. Algo así como las rebanadas de pizza de madrugada para los neoyorquinos o los sanguchitos de la costanera en altas horas de la noche para los porteños.
Si la bella París te queda un poco lejos y quieres preparar este plato en casa te pasamos la receta: lo primero que tienes que hacer es cortar muchas cebollas en forma en forma de juliana ¿Cuantas? muchas más de lo que te pareces suficiente. Luego frielas en una cacerola con manteca y un poco de aceite vegetal. Algunas recetas añaden harina para espesar en forma de un roux con vino blanco, jerez o brandy a voluntad. Luego se le añade caldo ligero de verduras o de carne hasta por unos 40 minutos. Para terminar se sirve en un cuenco y se le añade una rebanada de pan chocante por encima.
Otra versión muy popular se llamada gratinée y como su nombre nos lo indica es gratinada: una vez la sopa servida en los tazones, se cubre con una rebanada de pan blanco en la que se espolvorea queso rallado, y se gratina al horno para formar una costra dorada.